ENSEÑAR

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Conozco el caso de una pastora que ante al pedido de uno de sus jóvenes discípulos de que orara por él, se negó rotundamente.

Recuerdo la expresión del joven que no entendía como quién era su mentora espiritual, se negara de esa manera, lo que originó su reclamo.

Pero, no entiendo como Ud. me niega algo sobre lo que predica constantemente?

Una cosa es predicar sobre la oración y otra cosa es impedir el crecimiento espiritual de las personas.

Yo busco crecer…pero sin orar.

Tu crecimiento será posible cuando ores con tus propias palabras al Señor! Nunca antes!

Este diálogo lo guardo en mi memoria como uno de los momentos más ejemplificadores de lo que significa discipular y ser discipulado.

Es absolutamente legítimo pedir oración en determinadas circunstancias. Lo que no es bueno, es orar siempre a su pedido por la misma persona.

Esta forma de tolerancia o comprensión hacia quién está creciendo en su relación con el Señor, es dañino para la propia persona.

Es una situación muy similar a la que se plantea con nuestros hijos, cuando una y otra vez consentimos que no asuman sus propias responsabilidades.

Debemos orar por nosotros mismos!

Esta es la libertad que nos concedió Jesús cuando se constituyó en el Único Intercesor para llegar al Padre!

No hacen falta bellos discursos o palabras maravillosas para llegar hasta Dios. Hace falta que Él pueda ver un corazón ansioso y obediente, que balbucea una oración!

La mejor forma de enseñar a orar, es permitir que la persona busque al Eterno con sus propias palabras, para que el mensaje llegue libre de condicionamientos!

Juan 14:13-14

Diego Acosta / Neide Ferreira

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