ERRADO

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Con mucho dolor recuerdo el caso de una persona que en su afán de ignorar a Dios, lo desafiaba constantemente, principalmente con sus palabras y también con algunos hechos.

Podría decirse que en cierta forma amaba todo lo que Dios prohibía, como si verdaderamente amara la maldición.

Tengo la tranquilidad de haberle advertido que esta clase de situaciones pueden tener tremendas conclusiones, pero él siempre respondía: De quién me vendrá?

Estaba claro que el sentido de su pregunta estaba dirigido a recordarme, que si él no creía en el Eterno, como le podría venir un castigo por sus rebeldías.

Finalmente ocurrió lo que me temía: La maldición que parecía amar, le sobrevino a su vida de una manera impresionante.

Y lo más grave del caso es que se cumplió aquello que está escrito en el Libro de Salmos, con relación a la maldición y a la misericordia.

Cuando mi amigo comenzó a sufrir los efectos de la maldición que parecía amar, le sobrevino algo peor todavía: La Misericordia de Dios se alejó de él.

Quedó entonces expuesto a la tragedia de vivir la maldición que buscaba y perdió la oportunidad de buscar la Misericordia, que lo podía salvar del trance en el que se encontraba.

Una durísima lección que recuerdo siempre, para obrar con el mayor cuidado en todo lo relacionado con el Soberano y sus mandatos.

Quién desafía al Creador, quién lo niega, se está exponiendo a la maldición que está implícita para quienes se declaran enemigos de ÉL.

Esta tremenda Verdad, la podemos encontrar en muchos casos bíblicos.

Salmos 109:17

Diego Acosta / Neide Ferreira

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