En una cordial reunión luego de un Culto una persona preguntó: Que necesidad tenemos de tener verano, invierno…? Si hubiera una estación, sería más mejor.
El sorpresivo argumento derivó rápidamente en la cuestión superior: Quién creó las estaciones? Es posible pensar que el Eterno se hubiera equivocado?
Como no fue la primera vez que escuchamos estos comentarios pensamos: Por qué los hombres tenemos tanto atrevimiento para juzgar la obra de Dios o para negarla?
Podríamos hacer un ejercicio de imaginación y pensar como sería el mundo si todos los hemisferios tivieras el mismo clima ?
Habría tantas cosas que nos perjudicarían que entonces reclamaríamos que todo volviera la normalidad y que el frío del norte se registre al mismo tiempo que el calor del sur.
Una vez más los pensamientos atrevidos, las novedades, las ideas “que rompen lo tradicional” se convierten en una seductora oferta para quienes viven casi ingenuamente, como niños sin crecer.
La Grandiosa obra de la Creación solo fue posible por un Poder cuyas dimensiones está fuera del alcance de la mente humana, por eso la contradecimos o la negamos, en un ejercicio propio de necios.
Agradezcamos cada cosa que el Eterno ha creado porque encierra lo mejor para quienes somos las joyas de todo lo que sabemos que existe o incluso, de lo que no sabemos. Demos gracias al Creador!
Génesis 1:31
Diego Acosta García