El Libro que relata la historia de esta mujer singular es revelador esencialmente del cuidado que Dios tiene de los suyos en cualquier circunstancia y en cualquier lugar.
Su primo Mardoqueo la cuidó cuando quedó huérfana es también un hombre singular, porque en su vida cotidiana ocultó que fuera judío, pero solo se inclinó ante Jehová.
Tanto Ester como Mardoqueo no parecen comportarse tan piadosamente como cabía esperar, pero vivían en el exilio en Persia y con toda probabilidad se habían alejado del riguroso cumplimiento de las normas.
No se parece mucho esta situación a la que vivimos día tras día? Somos rigurosos en el cumplimiento de las pautas de vida que se nos han impartido?
No tenemos acaso en nuestra historia personal a algún rey como Asuero? O a otro personaje como Amán que se propone perseguirnos hasta lograr nuestra destrucción?
Si leemos con la mayor atención el Libro de Ester comprobaremos como la controversia sobre la ausencia del nombre de Dios en su texto, en realidad no es otra cosa que de compresión.
El Sagrado Nombre está implícito a lo largo de todo el Libro y fundamentalmente está explícito en el cuidado que el Eterno tiene de su pueblo y como obra para que Ester sea valiente, para que Amán sea derrotado y Mardoqueo exaltado.
Así también ocurre en nuestra propia vida!
Ester 8:16
Diego Acosta García