ÉXITO

Un hermano de grandes talentos se convirtió en el más notorio miembro de la congregación por la magnitud de sus triunfos en el mundo. Pero a medida que ascendía, descendía en su relación con el Señor.

Alarmados buscamos la forma de hacerlo reflexionar, pero sus argumentos fueron escaconcretos: La Iglesia lo condicionaba con sus limitaciones y él precisaba estar libre.

Le explicamos que en la iglesia se enseñaba la sana doctrina y que las normas que asumíamos y acatábamos, eran las normas del Eterno. Él dijo entonces que sería creyente a su manera.

Un par de domingos después vino a despedirse, para anunciar que no volvería a la Iglesia. Llegó a decir que a veces se avergonzaba del barrio en el que estaba la Iglesia y lo pobre que era.

Fue un duro golpe y tratamos de que especialmente los jóvenes comprendieran los riesgos del éxito y que no estábamos obrando por envidia, sino por cuidar su relación con el Señor.

El que fue nuestro hermano sigue siendo un hombre muy exitoso y seguimos sus pasos a la distancia, a través de la notoriedad de sus logros.

Reflexionamos acerca de nuestra responsabilidad por su alejamiento y de los peligros que tiene la sociedad cuando nos encandila y dejamos de ver al Señor. Oramos por el hermano y porque no haya más casos como el suyo!

Proverbios 19:3
Diego Acosta García
www.septimomilenio.com

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