Dos amigos debatían a propósito de que los Evangelios deberían ser actualizados para que pudieran ser mejor recibidos por los jóvenes, por aquello de que los tiempos cambian y es necesario adaptarse.
Estos comentarios provocaron una agria diferencia, porque hubo quienes se manifestaron rotundamente en contra de que los hombres pudieran decidir que los Evangelios, debían ser modificados, para que otros hombres los pudieran comprender.
Fue así como se llegó a dudar del concepto de familia.
Si se proclamaba que los Evangelios podían ser cambiados, también debería ser modificado el concepto de familia porque en los tiempos en que vivimos, merece una adaptación.
Los hombres no podemos cambiar los Evangelios ni el concepto de familia!
Estos conceptos son tan rotundos como graves y perniciosos los comentarios que lo propician. No tiene el hombre ninguna potestad para agregar ni quitar ni una sola coma de la Biblia, según lo podemos leer en Apocalipsis.
La discusión continuó y ante la advertencia sobre lo expresado por Jesús con relación a cambiar la Palabra de Dios, el centro de la atención volvió sobre la familia. Se decía que el concepto está anticuado y para usar un término coloquial: Pasado de moda.
La familia es un mandamiento perpetuo del Eterno!
Él lo estableció como la forma superior de relacionamiento entre las joyas de su Creación: El hombre y la mujer. Por tanto no podemos lo hombres cambiar lo que Dios ha establecido y además, porque es lo mejor para nosotros.
Salmos 128:2-3
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
