Hay palabras que representan acciones que nos desagradan profundamente, incluso con solo escucharlas ya nos resultan inapropiadas para con nuestra vida.
Incluso la definición de fingir es categórica: Mostrar algo como real cuando en realidad no lo es.
Esta es la advertencia que formula el profeta Isaías a los judíos con relación a lo que hacían con el ayuno, que les resultaba agradable pero no era lo que Dios demandaba.
El fingimiento se opone a lo genuino y por tanto nunca podrá ser aceptado por el Eterno como una demostración de nuestra fe. En otras palabras nuestras actitudes mediocres nunca podrán ser aceptadas por buenas.
Cuando fingimos generamos contiendas porque las personas que nos rodean no alcanzan a entender que es lo que estamos haciendo y provocamos la consecuencia directa de la contienda: La injusticia.
Somos injustos porque partimos de un principio que no es verdadero y lo pretendemos hacer aparecer como bueno y a partir de esa situación, no obramos con el equilibrio necesario.
Si pretendemos engañar a los hombres es probable que lo consigamos. Pero si pretendemos tratar de engañar al Señor, nunca lo lograremos. Tengamos humildad y mostremos arrepentimiento por nuestras malas acciones!
Isaías 58:4-5
Diego Acosta García