Cuando ocurre algo verdaderamente importante en lo personal, es cuando nos detenemos a valorar lo que es trascendente y a diferenciarlo de lo que no lo es.
Para hacerlo terminamos utilizando una palabra, que por definición representa a lo que es inútil o de poca importancia. En la hora de la adversidad, es cuando más nos centramos en estos temas.
La pérdida irreparable de alguien muy cercano, puede ser el desencadenante de pensamientos, que de otra manera casi siempre quedan a medio camino, entre la realidad cotidiana y la falta de tiempo.
Cuando nos toca una situación afligente es cuando reparamos el valor le estamos dando a todo lo que nos rodea y es cuando advertimos que vivimos rodeados de futilidad.
Descubrimos que lo que tiene valor es prescindente a la hora de dedicarle nuestro esfuerzo a las luchas del día, que son la mayoría de las veces luchas libradas por nuestra vanidad personal.
No advertimos que lo que es trascendente ocupa muy poco espacio en nuestra vida, descuidando la relación con nuestra esposa o nuestro esposo, con nuestros hijos. Olvidando a veces hasta al propio Dios.
Lo grave de la futilidad es que es muy buena compañera, callada, sumisa y madre de los momentos en los que no deseamos ver lo que hacemos, preocupados por el qué somos.
Luchemos contra la futilidad, porque es tan poca cosa, que por eso nos engaña, apartándonos de Dios.
Proverbios 14:24
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira