DEVOCIONAL
Desde hace meses veo pasar a personas que viven en una residencia para mayores, cercana a mi casa. Algunas van caminando, otros con unos aparatos que los ayudan a mantener el equilibrio y los más, en sillas de ruedas.
Con varios de ellos nos saludamos cuando salgo a caminar, donde la proximidad es mucho más propicia para gestos más directos, hasta diría que de simpatía.
Una tarde uno de ellos me hizo un gesto de que lo ayudara con la silla de ruedas. Me llevé varias sorpresas, una por el pedido y otra por el tremendo peso del hombre que se agravaba por el del artilugio, que debía ser muy robusto para soportar su tamaño.
Otra sorpresa, fue que esta persona no hablaba y solo emitía sonidos, pero se expresaba con las manos y me mostraba su agradecimiento con expresivos gestos.
Cuando lo dejé sentía una emoción profunda, que era la alegría que me había provocado este anciano, que tal vez haya pensado que lo había ayudado. Pero nunca sabrá que en él, ayudé al Prójimo, como mandó Jesús.
Mateo 19:19
Honra a tu padre y a tu madre;
y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Mateus 19:19
Honra teu pai e tua mãe,
e amarás o teu próximo como a ti mesmo.
Diego Acosta / Neide Ferreira