Hay hombres y mujeres que tienen una visión desproporcionada de su importancia.
Tengan la actividad que tengan, su egolatría los lleva a proclamar sin ninguna clase de inhibición, lo trascendentes que resultan para el presente y el futuro.
Podríamos decir que se construyen ellos mismos el altar desde donde exhiben sus capacidades, para ser honrados por los seres inferiores sobre quienes derraman su sabiduría.
Pero, realmente existen estos seres superiores?
Además de ellos mismos, siempre habrá quién esté de acuerdo en que efectivamente hay hombres que se trascienden a sí mismos.
En el mundo esto ocurre con demasiada frecuencia, pero también podemos buscar ejemplos en la Palabra de Dios!
En el mundo los éxitos y los fracasos se suceden con rítmica repetición a lo largo de la historia. En la Biblia, ante cada intervención del auténtico Todopoderoso!
Tengo la certeza de que este tema también forma parte de las enseñanzas que cada hombre debe recibir. Y asumirlo es un buen principio en el difícil camino que nos lleva hasta esa meta tan lejana llamada… humildad.
Leyendo con atención acerca de lo que ocurre a nuestro alrededor, podremos advertir como los hombres se niegan a admitir quién es el Único Soberano!
Esta lección la he aprendido duramente, porque en algún momento de mi vida estuve atacado por una versión de este virus de grandeza, alimentado por la vanidad y el orgullo.
Dios tiene para cada uno de nosotros su propia medida, aunque esa dimensión no sea ni siquiera parecida con la que cada uno se imagina que tiene.
La grandeza de los hombres es inexistente frente a la del Eterno!
Éxodo 4:11
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira