Los adivinadores, en el pasado eran los hombres y las mujeres más cercanos a los poderosos, los que le revelaban los supuestos secretos del más allá y también lo que ocurriría en el futuro.
En historias antiguas los veíamos ocupando el centro de la atención de las cortes o de los gobiernos. Hoy con el paso del tiempo las características son diferentes pero los menesteres son los mismos.
Ya no le llamamos hechiceros sino que les llamamos gurús y actúan no solo con los gobiernos o los poderosos, sino prácticamente en todas las actividades imaginables.
Los hay de la política, la economía, la ciencia, del futuro y hasta del universo, del que nadie parece saber mucha cosa a juzgar por la cantidad de teorías con que se nos abruma.
Tengan el nombre que tengan y vistan como vistan, los hechiceros del pasado son los gurús del presente y tanto unos como otros no hacen otra cosa que ofender al Eterno.
Cuando la sociedad recurre a estos hombres con supuestos poderes de anticiparse al futuro o de anticiparlo, no estamos haciendo otra cosa que recurrir a la hechicería o al fetichismo.
Estamos recurriendo a hombres que nos anuncien lo que ocurrirá, no lo que previsiblemente pueda ocurrir y en eso radica la gran diferencia y el desafío al Señor.
Miqueas 5:11-13
Diego Acosta García