En esos hermosos y difíciles momentos en que nos postramos delante del Eterno, solamente cabe la más total y absoluta sinceridad ante su Deidad.
Una madrugada más o menos reciente, me desperté con la inquietud de responder a una pregunta: He cambiado desde que acepté al Señor?
En qué he cambiado?
Quienes me rodean al ver mis actitudes pueden plantearse qué es lo que me ha pasado?
Difíciles preguntas!
Y más que difíciles respuestas!
Si fuera por mis dichos, estaría bordeando la perfección. Pero por mis hechos, estoy bordeando ese nebuloso atajo que me aparta del Señor.
Es muy duro tener que enfrentarse con esta realidad, pero es absolutamente necesario que confrontemos nuestra vida con la Palabra viva y eficaz.
Si no lo hacemos estaríamos perseverando en el peor de los errores y también estaríamos engañándonos a nosotros mismos.
Desde esa madrugada sigo teniendo difícil poder explicar en qué he cambiado. Pero sí puedo decir que me estoy esforzando como nunca antes para hacerlo.
Jesús me alienta y trato de responder a su Voz pletórica de Poder!
Romanos 12:9
ES – El amor sea sin fingimiento.
Aborreced lo malo, seguid lo bueno.
PT – O amor seja não fingido.
Aborrecei o mal e apegai-vos ao bem.
Diego Acosta / Neide Ferreira