En una ocasión escuché como la familia de un hombre recientemente fallecido, se quejaba amargamente porque no les había dejado nada para heredar.
Alguien se conformaba diciendo: Por lo menos no nos ha dejado deudas para pagar. Por lo menos eso, no le debemos a nadie por culpa de nuestro padre.
La conversación transcurría en ese tono de amargura, cuando alguien afirmó: Él era un buen hombre y les ha dejado un buen recuerdo.
Y quién vive de los recuerdos? Fue la contestación.
No entendemos que haya trabajado toda su vida…para nada, fue otra queja. Sí, pero los educó, les enseñó con su vida honrada que se debe vivir con el trabajo, fue la réplica.
Eso sí, pero todo lo demás… Muchas veces le dijimos que de la manera que vivía nunca tendría dinero ni nunca nos dejaría nada.
Yo he conocido bien a vuestro padre y por tanto puedo decir que siempre fue un hombre honrado, un hombre que fue fiel a sus principios.
Y quién vive de los principios?
Otra pregunta que revelaba hasta qué punto la familia esperaba que el padre les hubiera dejado algo más que buenos ejemplos.
Tal vez lo más importante que les había dejado no lo habían sabido estimar: Su amor por Jesús, su entrega por el Señor, sus obras de fe.
Evidentemente para algunos de su familia esa HERENCIA tenía poco significado y tampoco les servía para mucho en sus afanes cotidianos.
Me alejé de ellos con mucha tristeza en el corazón. Qué pena que los hombres no seamos capaces de valorar y comprender lo que verdaderamente importa.
Santiago 2:5
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira