Jesús llamó hipócritas a los hombres que estuvieron enseñando durante años en el Templo, lo que revela que de ninguna manera aceptaba las actitudes que podían definirse de esa manera.
Los hombres y las mujeres que actúan con fingimiento con relación a sus verdaderos pensamientos, sentimientos, opiniones, causan un daño tremendo a quienes los rodean.
Son los que contribuyen a que las semiverdades se puedan establecer en la vida de las personas y también en las congregaciones, porque supuestamente son buenas para la armonía.
Jesús no buscó la armonía a cualquier precio. Cuando tuvo que llamar hipócritas a quienes obraban de mala manera lo hizo sin ninguna clase de reparos.
Si Él obró de esa manera, por qué obramos diferente? Sencillamente porque buscamos amoldarnos a las situaciones para no tener que confesar nuestros pensamientos.
Lo que representa una forma de disimular lo que verdaderamente somos, lo que verdaderamente tenemos en nuestro corazón, contribuyendo a esos climas traicioneros que tanto dañan a la fe.
Lo grave es que cuando caemos en esta variante de simular todo, terminamos aceptando muchas cosas que pervierten el sentido profundo de la Palabra.
Cuidemos nuestro corazón, lo guardemos de las actitudes engañosas para que de nuestra boca solamente salgan expresiones que nunca puedan ser llamadas hipócritas.
Mateos 23:28
Diego Acosta García