HOMBRES

Nos impresionó el testimonio casi brutal de una mujer, explicando las razones por las que renegaba de la iglesia y también renegaba de su condición de creyente.

En el colmo de su amargura la mujer renegaba también de Dios, argumentando que el daño que había sufrido por un pastor era imposible que lo hubiera permitido el Señor.

Frente a esta situación es importante mantener el equilibrio para ayudar a la mujer sin juzgarla y para encontrar el modo de que recapacite acerca de su decisión.

Básicamente podría decirse que el fondo del problema no es otro que la conducta de un hombre, que al frente del liderazgo de la iglesia, pudo haber tenido actitudes gravemente equivocadas.

Creemos que estas actitudes debe juzgarlas el Señor, a menos que en la iglesia se den las condiciones para que quién está en autoridad pueda ser confrontado por sus hechos.

Tanto en un caso como en el otro, es evidente que se trata de comportamientos de hombres, con excesos de hombres y con todos los componentes inherentes a los hombres.

Es decir, cuando se afecta tan gravemente a una persona en la congregación, es también cosa de hombres, que nadie haya hecho nada para buscar una solución al caso.

Debemos tener la absoluta seguridad que siendo la Iglesia una manifestación del Poder del Señor, los hombres que la integramos podemos cometer errores. Pero nunca se los podemos atribuir y muchos menos renegar de Él.

Ezequiel 34:7-10
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
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