CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO
Hay dos clases de personas: las que creen que lo saben todo y las que pensamos que siempre habrá un tiempo para aprender.
En una larga conversación con una querida amiga, me sorprendió cuando comentando un pasaje de su vida, habló de cómo había cambiado su concepto sobre la ayuda idónea..
Recordando el pensamiento de Dios en Génesis, llegamos a analizar la situación de esta señora, esposa del pastor de una pequeña congregación y con un enorme talento para su ministerio.
Sin embargo en ese lugar donde vivían era prácticamente imposible que pudiera desarrollar aquella maravilla de capacidad que el Señor le había concedido y que tuvo una gran repercusión.
Me dijo: Durante un breve tiempo me preocupé, me ofusqué, me entristecía. Pero por la Gracia el Espíritu me advirtió acerca de un nuevo tiempo de mi vida.
Y fue así como la cuestión de ser la ayuda idónea para un hombre, en este mi esposo pastor de una iglesia, se convirtió en una nueva dimensión de servir.
Ahora no solamente servía él, sino que yo lo ayudaba a servir!
Quedó atrás otro tiempo en el que pude servir con mi talento y ahora comenzaba uno nuevo en el que acompañaba de hecho y de palabra, a quién precisaba de mi esfuerzo.
Que significa esto?
Algo tan sencillo y tan profundo, como el de comprender que difícilmente podremos estar mucho tiempo haciendo una tarea, por muy capacitados que estemos para cumplirla.
Puede ocurrir que de tanto realizarla nos habituemos, nos acomodemos a una determinada forma de obrar, perdiendo el sentido superior de la misión de servir.
El Eterno nos ha concedido talentos para que los mantengamos vivos y capaces de ser dúctiles, de aplicarlos de maneras diferentes a lo que nosotros concebimos como normal y lógico.
Mi amiga se declaraba contenta por esta experiencia que había renovado su vida, desde el servir para estar firme al lado de su esposo, haciendo realidad el propósito del Creador de que sea la mujer la ayuda idónea para el hombre.
El ser apropiado para cumplir una tarea, es un entender el contenido profundo de lo que el Todopoderoso ha establecido para cada uno de nosotros.
Entenderlo es nuestra responsabilidad y cumplirlo debe ser nuestra alegría. Además de aprender en cada circunstancia.
Diego Acosta / Neide Ferreira