INCOMPRENSIBLE

Dv17se15-2

Salomón al que se le reconoce la autoría del Libro de Eclesiastés o del Predicador, asombra con algunas de sus manifestaciones.

Nos centramos en la que habla de las obras de Dios y de su magnitud, que es tan grande que se torna incomprensible a los ojos de los hombres.

Aún de los ojos del sabio, que cuando afirma que la conoce, en realidad no logra abarcar ni la complejidad ni la magnitud de aquello que el Creador ha hecho.

Esta afirmación puede resultar sorprendente e incluso para algunos críticos, hasta superada por los acontecimientos que hemos vivido los hombres en la progresión de la ciencia.

Esta clase de especulaciones resultan muy novedosas, pero si nos detenemos a analizarlas, veremos que son nuevos ejercicios y nuevos intentos de tratar de explicar aquello que el hombre no logra entender.

Salomón dice que el sabio conoce la obra de Dios, pero no logra alcanzarla. Siempre en el caso que el sabio admitiera la existencia de un Creador.

Cuando el sabio niega que todo lo que existe y su orden prodigiosamente sobrenatural se deben al Creador, el sabio se está negando a sí mismo la posibilidad de comprender lo que resulta evidente.

Estos razonamientos son de una gran utilidad práctica para nosotros los creyentes, que muchas veces debatimos cuestiones que evidentemente son ajenas a nuestra capacidad de comprensión.

Tal vez si el sabio asumiera una actitud de humildad, igual que nosotros los que no somos sabios, nos podríamos acercar a la Magnificencia de la Obra de Dios.

Acercar para reverenciar y para agradecer haber visto una parte del todo.

Eclesiastés 8:16-17

Diego Acosta / Neide Ferreira

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