Resulta difícil afrontar situaciones, donde somos conscientes que hay personas que son incrédulas y que además hasta hacen alarde de ello.
Bien podríamos seguir nuestra primera reacción y abandonarlas, pensando que su actitud es una decisión personal, razonada y meditada.
Frente a esta postura se trata de obrar con misericordia, mucho más si se trata de un caso de necesidad extrema ante una enfermedad grave y con una dolencia espiritual aún mayor.
Que es lo que debemos hacer frente a la incredulidad?
Si el Espíritu nos inquieta intentar una vez más llegar hasta la persona para que reciba el mensaje del Amor, para que entienda que a pesar de todo estamos junto a ella, debemos hacerlo.
Se podría llamar a este gesto una insistencia exagerada, pero no es menos cierto que si hablamos de Amor tenemos que practicarlo y precisamente con quienes más lo necesitan.
No podemos pensar que un incrédulo no se merece el Amor inspirado por Dios, porque no sabemos sus designios y porque no sabemos si en casos como este, somos instrumentos suyos.
La obediencia al Espíritu frente a casos de incredulidad nos debe llevar a ser fieles cumplidores de su mandato. Bien pudiera ser que un intento más, sea lo necesario para la Salvación de quién está perdido.
No obremos con ligereza y menos aún, levantemos juicio sobre una persona rebelde para con Dios. No está en nuestra capacidad, ni juzgarla ni condenarla.
Seamos fieles y misericordiosos. Así como esperamos que el Eterno lo sea con nosotros.
Éxodo 4:1-8
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira