Dios Creó al hombre y la mujer otorgándoles el carácter de Joyas de todo lo creado.
Nos colocó por encima de todo lo Creado con la responsabilidad de ser mayordomos sobre toda forma de vida y sobre la propia Tierra.
Dios también nos dio normas que son un mandato perpetuo para quienes formamos la especie humana. Nos debemos dar en casamiento como hombre y como mujer, con la suprema misión de procrear.
También determinó que esa relación debe ser indestructible y que se debe basar en el respeto mutuo y en la fidelidad total.
Por eso determinó que fuéramos una sola carne!
Pero los hombres desde nuestros padres naturales hasta el tiempo presente, perseveramos en ofender al Eterno con nuestras actitudes.
Incluso hay hasta quienes se burlan de sus mandatos, pensando que quienes los cumplen son retrógrados, anticuados y fuera de la modernidad.
Se exalta así la infidelidad e incluso se la promueve!
Resulta curioso frente a estas actitudes que nos podamos escandalizar ante un pretendido mapa mundial de la infidelidad.
Y que nos sorprendamos más todavía, frente al robo de millones de nombres que quedaron expuestos en forma pública, en su condición de infieles. Algunas personas llegaron al suicidio ante semejante situación.
Pero, acaso es posible pensar que rebelarse contra el Poderoso puede quedar impune?
La infidelidad promovida y elogiada, no es otra cosa que la demostración más evidente de la degradación de la sociedad, que sin normas cae en el desenfreno y busca su propia destrucción.
Esta dramática realidad nos revela cuánto nos queda por hacer a quienes nos llamamos hijos de Dios! La Verdad debe ser proclamada!
2 Corintios 11:3
Diego Acosta / Neide Ferreira