Si pensáramos con rigor en los hechos de nuestra vida, quizás nos sorprenderíamos de lo poco que hablamos de la iniquidad y también, como lógica consecuencia, que poco valoramos el tremendo celo de Jehová con relación a esta cuestión.
La iniquidad fue motivo de llamados de advertencia a su Pueblo, para que obrara de acuerdo a su preocupación en contra de la maldad y de la injusticia. Tanto una como otra, eran motivo de preocupación y lo sigue siendo.
Así como los judíos fueron advertidos, nosotros también deberíamos de tener en cuenta como el Eterno se preocupa para que no hagamos el mal, para que abandonemos las prácticas que se oponen a lo bueno.
Por esta razón se nos reclama que obremos con justicia para reparar los agravios que podamos haber cometido, tanto de hecho como de palabra. El Eterno nos manda a no ser arbitrarios y a proceder con justicia.
Hablando por boca de Isaías su profeta, el Supremo pone especial énfasis en que recordemos que obrar en Justicia es un mandato, porque es el fundamento del Reino de los Cielos establecido por su Hijo Jesús.
Viviendo con justicia ayudaremos a los más débiles, a los más frágiles, a aquellos que la prepotencia del mundo condena frecuentemente a la arbitrariedad.
Tal vez porque la prepotencia esconda la cobardía!
Es muy fácil sentirse poderoso con los débiles, con los que no se pueden defender. Pero nunca debemos olvidar que Jesús es el Abogado de los más frágiles, de los oprimidos y por tanto su mejor Defensor.
Isaías 1:17
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira