Escuchamos un mensaje en el que se decía que los cristianos muchas veces obramos con un notable nivel de inmadurez, porque no somos capaces de actuar como lo que realmente somos.
El mensaje fue impactante y muchos de los que lo escuchamos quedamos pensando en el alcance que tenía y sobre todo como lo podíamos poner por obra.
Eso significaba entender que actuamos irreflexivamente y nos comportamos como si fuéramos niños, siendo como somos adultos no solo por la edad sino también por los años que llevamos de creyentes.
Creemos que efectivamente hay una tendencia a suavizar todo, a tratar de evitar que las palabras ciertas lleguen en el momento debido y todo lo pasamos por el tamiz de un exceso de prudencia.
Coloquialmente se podría utilizar una palabra que sería sinónimo de cosa blanda, sin consistencia, que es la forma de conducirnos para no molestar a nadie ni para que nadie nos moleste.
Pero todos sabemos que Jesús enseñó con Amor pero con firmeza, porque en la hora de la tormenta no resistirán quienes sean blandos o poco firmes, sino aquellos que verdaderamente se han forjado para la adversidad.
Tengamos presente que la inmadurez espiritual nos puede llevar a la dejadez espiritual y entonces ya no seremos ni buenos creyentes ni hombres y mujeres en los que se pueda confiar.
1 Corintios 3:1
Diego Acosta García