A lo largo de los años se ha ido consolidando una frase como si fuera absolutamente cierta y que deja en muy mala posición a los miembros de la especie humana.
Nos referimos a la frase que dice que el hombre es el mayor depredador de la naturaleza. Los animales en la mayoría de los casos, por ejemplo, matan por necesidad, pero el hombre mata por placer.
Es evidente que no todos los hombres matamos, pero si es verdad que hacemos algo tan grave y tan duro como el ser inmisericordes y precisamente con los semejantes.
Acaso no se nos dado el mandato de todo lo contrario, que tengamos misericordia por el prójimo? O tal vez interpretamos que es una opción? Sea como sea estamos rotundamente equivocados.
La falta de misericordia nos lleva a cometer actos que pueden resultar de extrema gravedad para otras personas y todo resulta más serio porque estamos obrando en el mundo espiritual.
Si no tenemos misericordia, como nos atrevemos a opinar o juzgar sobre la vida de los demás? Sobre sus obras o sobre sus comentarios u opiniones? O directamente sobre lo que hacen o dejar de hacer?
Debemos reflexionar sobre esta cuestión pues quién no tiene misericordia por el prójimo, difícilmente tendrá misericordia con su propia vida y esto nos aleja de todo lo grandioso que tiene el perdón del Señor.
Deuteronomio 7:9
Diego Acosta García