Los creyentes somos muy afectos a identificar la iglesia con un pastor, como si fuera su propietario y a los mensajes con un predicador, como si fuera el mejor.
En ambos casos cometemos un error que revela hasta qué punto nuestra relación con el Señor, es más emotiva que profunda.
Lo superficial predomina totalmente sobre aquello otro que es lo sustancial, porque está relacionado con la Majestad del Soberano.
Esto pensaba cuando escuché un mensaje en una iglesia, por un joven hermano que no era el predicador habitual y que resultó una maravillosa experiencia personal.
Pronto me olvidé de sus años, de su evidente inexperiencia, porque fue usado con una intensidad tremenda por el Espíritu.
Frente a la opinión de muchos creyentes, esta clase de mensajes son aquellos que resultan inesperados, porque son asiduos seguidores de un determinado predicador.
Porque les gusta su estilo, su modo desenfadado, su capacidad para contar chistes en medio del mensaje, su forma grata de expresar el mensaje.
Pero, que tienen que ver todas estas cuestiones con Dios?
A menos que el modernismo y la actualización de la iglesia indiquen que ese es el modelo, podríamos decir que todo lo expuesto nada tiene que ver con el Eterno.
La Palabra siempre será una y deberá ser siempre Inspirada, porque solamente así nos acercaremos a la Profecía que el Señor quiere brindarnos para nuestro crecimiento espiritual.
Por todo esto agradecí al Todopoderoso por el joven predicador que había utilizado para traer un mensaje Inspirado y profundo. Aunque en las formas no haya sido el florido y colorido mensaje, que algunos desean escuchar.
1 Corintios 12:9
Diego Acosta / Neide Ferreira