A la mayoría de nosotros nos sorprenden las frases afortunadas que reflejan pensamientos o enfoques llamativos sobre determinados temas, que nos pueden hacer sonreír y a veces hasta meditar.
Esto sucede porque el valor de las palabras es de una índole superior, pues debemos recordar que todo fue creado a través de la Palabra y por tanto debemos darle la importancia que tienen.
De allí que cuando vemos frases que suponen un ejercicio mental muy agudo, nos impactan y hasta nos conmueven porque son inesperadas o brillantes.
Tal vez sea necesario que aprendamos que cada palabra tiene su importancia, tanto las que pronunciamos como las que callamos, pues en su momento son igual de válidas.
Cuando hablamos con propiedad es porque estamos seguros de lo que estamos haciendo, no estamos cayendo en el mero ejercicio del palabrerío vano y vacío.
Cuando callamos es porque estamos demostrando dominio propio, capacidad para controlar nuestras reacciones y sobre todo mesura en nuestras actitudes.
Dice un refrán que seremos esclavos de nuestras palabras y amos de nuestros silencios, refrán que es superado por la sabiduría de María la madre del Señor, cuando escuchaba y guardaba las cosas en su corazón.
Pensemos que siempre seremos sometidos a juicio cuando hablamos, tanto por la razón que tenemos como por la falta de integridad que podamos demostrar. Seamos sabios y demos el mejor uso a nuestras palabras.
Génesis 1:3
Diego Acosta García
Foto publicada por Sara Díaz en facebook.com