La juventud es uno de los momentos establecidos por el Eterno, para el desarrollo de quienes somos las Joyas de la Creación.
Hay quienes exaltan la juventud como un tiempo extraordinario, único y lo es. Pero de ninguna puede convertirse en una especie de adoración de ese tiempo.
Un joven es una persona que está viviendo una etapa vital en el proceso de los humanos. Dejamos de ser niños y adolescentes y llegamos a este tiempo tan hermoso y a la vez tan complejo y difícil.
No cabe ninguna duda que cada uno de nosotros vivirá la juventud, según su propia condición. Para algunos será hermoso y para otros, tal vez exactamente lo contrario.
En cualquier caso, como se trata de un tiempo en el que comienzan a definirse los grandes trazos de la vida, es necesario asumirlo con la máxima responsabilidad.
De parte de quienes están viviendo ese tiempo y de parte de quienes tienen la irrenunciable misión de orientar, enseñar y guiar.
Por cierto, nada resultará tan fácil como se presenta a veces a la juventud. Ni habrá tantos momentos de alegría ni habrá tantos momentos asombrosos.
Por el contrario serán tiempos de luchas, de incomprensión, de dudas, de errores, de temores y también de aciertos.
Como dijo Eclesiastés: Nada nuevo bajo el sol!
Lo que sí debe renovarse es la vocación de servir a los jóvenes, de guiarlos por el Camino verdadero y enseñarles que es el Único, por el que resulta perfecto caminar.
Todos los demás, son atajos, bifurcaciones y vulgares remedos de felicidad.
Salmo 71:17
Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud,
Y hasta ahora he manifestado tus maravillas.
Diego Acosta / Neide Ferreira