Alguien dijo: Juventud divino tesoro!
Como todas las cosas se podría afirmar que es verdad, pero con matices. Es cierto que la juventud es algo importante, pero nunca será un tesoro que se pueda guardar.
Y cabe preguntarse: Por qué no podemos guardar el tesoro de la juventud?
Sencillamente porque es un tiempo de la vida y el tiempo es imposible que lo guardemos los hombres, porque si lo hiciéramos estaríamos violentando lo que estableció el Eterno para nosotros.
Es decir: Pretender alargar la juventud, perpetuarla o más simplemente tratar de que se prolongue en los años indebidos, es una auténtica necedad.
Entonces nos deberíamos preguntar: Qué razones tenemos para desear seguir siendo jóvenes o en el peor de los casos, seguir pareciendo jóvenes?
Estas intenciones probablemente sean tan antiguas como el hombre mismo. Prácticamente en todas las civilizaciones se han descubierto como había personas que utilizaban diversos métodos para tratar de conservar el aspecto de su juventud.
Quizás estos propósitos tengan que ver con una forma de rebeldía contra la propia naturaleza, porque un día descubrimos que donde había tersura ahora hay arrugas y donde hubo firmeza hay flacidez.
Eso es lo natural!
Si nos rebelamos contra eso, nos rebelamos contra el propio Dios. Una cosa es el abandono de nuestro cuerpo, que sin embargo debemos de cuidar y otra muy distinta es aparentar lo que no somos.
En definitiva tal vez sea el miedo al final y por eso vanamente tratamos de engañarnos a nosotros mismos, buscando tener algo que pertenece al pasado.
Y entonces nos perdemos lo que está por venir!
Proverbios 19:3
La insensatez del hombre tuerce su camino,
Y luego contra Jehová se irrita su corazón.
Diego Acosta / Neide Ferreira