LA AYUDA QUE ESPERAMOS

Es notable nuestra capacidad de criticar o de levantar juicios, sin pensar que antes o después seremos víctimas de nuestras propias valoraciones, es decir caeremos en los mismos errores que juzgamos.

Hace un cierto tiempo un amigo nos decía que él hacía años que esperaba que alguien lo ayudara para continuar con su trabajo ministerial, ante lo que pensamos lo errado que era su pensamiento.

Pero pocas semanas después, pensamos exactamente lo mismo: qué bueno que sería que alguien nos ayudara a desarrollar nuestro ministerio para poder ampliarlo y consolidarlo hacia el futuro.

Dónde radica nuestro  error? En pensar siempre que tendremos ayudas de personas a las que conocemos o que pensamos que eventualmente nos podrían echar una mano, como se diría coloquialmente.

Obrando así estamos cometiendo varios errores. El más grave de ellos, es que estamos desplazando a Dios de nuestra confianza y la estamos depositando en terceras personas.

No advertimos que en el propósito que Dios tiene para nuestra vida, seguramente utilizará en determinados momentos a determinadas personas.

Pero podemos tener casi la seguridad que no serán en las que confiamos o de las que esperamos que serían quienes nos ayudarían.  Dios es nuestro Ayudador y es en Quién debemos confiar.

Salmo 146:5
Diego Acosta García

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