LA REBELIÓN Y LA CAÍDA DEL HOMBRE – II
Retomamos la segunda parte del primer versículo del Capítulo 3 del Libro de Génesis, para recordar lo que le dijo Satanás a Eva:
¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
Profundizando en los términos de la pregunta, debemos centrar nuestro objetivo en el motivo por el que Satanás decidió actuar contra la mujer.
Es evidente que en este momento ya se había producido su rebeldía contra la Autoridad del Eterno y por lo tanto era un ángel caído y en tal condición, la de ser un espíritu sobrenatural, pudo apropiarse del cuerpo de la serpiente para cumplir con su plan de destrucción de la Joya de la Creación de Dios.
La serpiente es el receptáculo perfecto para obrar en contra de la mujer, porque el animal era astuto, perspicaz como no lo era ninguna otra especie de las Creadas por el Soberano.
Aprovecha la circunstancia en que Eva estaba alejada de Adán y cercana al Árbol que había sido objeto del mandato que Dios les había dado.
Es decir la mujer estaba cercana a la tentación, cuando debería haber tomado distancia precisamente por eso, porque la proximidad facilitaba incuestionablemente la acción del enemigo.
Eva era más débil con relación a Adán y en ese momento estaba lejos de quién le podría haber advertido del peligro que corría por su experiencia adquirida con la relación que tenía con Dios y también porque su consejo podría haber sido eficaz en torno a una cuestión tan crucial como era el cumplimiento del mandato que el Creador les había dado. En realidad, le había dado en forma expresa y directa a Adán.
De allí que la pregunta de Satanás comenzó con una forma aviesa: Conque Dios os ha dicho…Solamente con el inicio del enunciado de la pregunta, ya hay motivo suficiente para estar a la defensiva acerca del propósito que escondía.
Satanás buscaba que la mujer dudara de la Bondad de Dios, de su Justicia y de su Santidad, porque el paso siguiente no es otra cosa que entrar en la rebeldía.
En qué consiste esta forma de rebeldía?
En algo que muchos humanos hacemos frecuentemente: Creernos tan poderosos que podemos darnos nuestras propias normas.
Todo esto forma parte de una reflexión profunda que debemos hacer con relación a nuestros pensamientos y a las creaciones de nuestra mente, que busca librarse de lo que manda el corazón.
Diego Acosta