EL TEXTO SAGRADO
Abriendo por primera vez una Biblia, nos podemos preguntar: Que es esto que tengo delante de mí?
Y podríamos responder:
Un libro de historia
Una recopilación de textos orientales
Los fundamentos de una religión
Una novela de tierras lejanas
Un compendio histórico-geográfico
Todas estas respuestas NO son correctas, sencillamente porque la Biblia es el Texto de lo que Dios ha decidido que conozcamos de ÉL.
Algunos espíritus inquietos buscarán en sus páginas conocimientos que difícilmente se hallarán en libros de distintos orígenes.
Otros, intentarán aproximarse a algunos acontecimientos de la Historia Universal.
También habrá quienes impulsados por la voracidad de sabiduría, intentarán descubrir que cosas ocultas tiene la Biblia para los hombres.
Seguramente para todos los que no busquen al Dios verdadero, la Biblia los podrá sorprender por su riqueza infinita. Pero solamente los que busquen conocer la Palabra de Dios, encontrarán lo que están buscando!
Durante miles de años la Biblia ha sido, es y será el punto de reunión de los hombres con Dios. Es el vértice grandioso, donde convergen las necesidades espirituales con quién es el Único que es capaz de comprenderlas y de responderlas.
No hay otro Texto que pueda cumplir esta misión, porque no hay otros textos que contengan la Palabra del Eterno.
Por estas razones cuando comencemos a leer la Biblia, debemos remitirnos a lo que está escrito, no a las especulaciones o interpretaciones que podemos hacer los humanos.
La Biblia se explica por sí misma, porque si no fuera así, sería como pretender explicar o interpretar lo que nuestro Creador ha deseado expresar o ha determinado realizar.
Leamos con humildad la Biblia!
Recordemos a cada momento ese tiempo precioso de nuestra niñez, cuando comenzamos a distinguir cada letra del abecedario y un día aprendimos a escribir nuestro nombre!
Seamos humildes, porque solamente siendo humildes podremos tener una dimensión mínimamente acertada de nuestra humana pequeñez!
Con ese ánimo leamos la Biblia!
No importa la magnitud de lo que ignoramos. Lo que importa es que estamos en el inicio de un maravilloso Camino que nos acercará al conocimiento de la inabarcable Grandeza de Dios.
Diego Acosta