LA PRIMERA TRAGEDIA DE LA HUMANIDAD – III
El drama comienza a concretarse.
Génesis 4:6
Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?
La imagen de Caín revelaba claramente sus sentimientos. No había lugar para el arrepentimiento por el carácter de su ofrenda y había reaccionado de mala manera frente a Jehová. Le quedaba la alternativa de su hermano para liberar su ira y su odio por la situación.
Génesis 4:7
Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.
Jehová que conoce nuestros pensamientos y también nuestro corazón llegó al fondo de la cuestión. Si Caín hubiera cumplido con fidelidad el mandato de las ofrendas, habrían sido bien recibidas y apreciadas. Y por eso le advirtió que cuando no obramos haciendo el bien, el pecado está ante nosotros. Rehusando servir fielmente al Eterno, ofrecemos la brecha para que el pecado nos domine, pues siempre Satanás está al acecho del momento idóneo para cumplir con su plan de maldad y destrucción.
Génesis 4:8
Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató.
Exactamente lo que Jehová había advertido a Caín, terminó ocurriendo. El celo y el odio dominaron al mayor de los hermanos y consumó el primer homicidio de la especie. Caín había desechado los consejos del Todopoderoso y cegado por el pecado se convirtió en un asesino.
Una dolorosa y rotunda proclamación que debemos de tener en cuenta: Si no escuchamos los consejos de Sabiduría, estaremos escuchando a Satanás!
Es digna de destacar también la forma en que Caín no respetó la confianza de su hermano, pues accedió sin ninguna clase de dudas a hacer lo que se le pedía: Ir al campo.
Esta situación debe ser ejemplificadora en nuestra vida cotidiana. Debemos de estar muy alertas para no permitir que los malos pensamientos nos lleven al pecado. También para no permitir que ni los celos ni su consecuencia inmediata, el odio, puedan dominar nuestro entendimiento y nuestra razón.
La obediencia a Jehová es siempre la mejor forma de alejarnos del pecado y de sus tremendas consecuencias.
Diego Acosta