LA PRIMERA TRAGEDIA DE LA HUMANIDAD – IV
Caín ya ha consumado el primer fratricidio de la historia.
Génesis 4:9
Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?
Caín sigue sumando pecados a su degradación moral. Ha desafiado a Dios, ha matado y ahora le miente al Creador. Agrega también un sarcasmo, haciendo alusión a que Abel era cuidador de ovejas.
El hombre, obra con la mayor insensatez cuando debería estar arrepentido. Se convierte en un osado provocador del Eterno.
Génesis 4:10
Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.
Rotundamente Dios le reclama por la muerte de su hermano. Queda evidenciada la condena del Supremo ante el asesinato. El clamor representa la actitud de Dios de escuchar a todos quienes fueron muertos por la obra de la venganza personal.
Génesis 4:11
Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.
El hombre insensato no percibe que sus actitudes son el producto del odio, el rencor, la malignidad, la envidia y la arrogancia.
Dios pronuncia su sentencia inmediata ante el pecado: Maldice la tierra en la que labrará Caín y por lo tanto no producirá frutos.
Génesis 4:12
Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra.
El pecado produce consecuencias directas en la vida de las personas y Caín era condenado por el suyo. El Todopoderoso le anunció que de la tierra ya no tendría frutos y que por lo tanto se convertiría en un vagabundo y en un extranjero, las dos peores condiciones que podía sufrir un hombre en aquellos tiempos.
Comprender el significado de esta enseñanza nos debe llevar a ser cuidadosos con nuestras acciones, sabiendo que el pecado SIEMPRE recibirá castigo, en forma inmediata o en el tiempo de Dios. Pero nunca habrá tolerancia ni mucho menos impunidad. Recibiremos el perdón si declaramos nuestras faltas, pero tampoco seremos librados de las consecuencias de nuestros pecados.
Dios odia el pecado, pero en su infinita Misericordia ama al pecador.
Diego Acosta