La Palabra de Dios enseña acerca del pago justo por el trabajo.
Este es un principio fundamental que debe regir la relación entre los hombres y obviamente entre quienes demandan trabajo y entre quienes aportan su esfuerzo personal.
Razonablemente este principio es el que confiere la dignidad a quién trabaja y el que también dignifica a quién precisa del trabajo de otras personas.
Pero en este equilibrio debe ser introducido un elemento más. Y no es otro que el cumplimiento del trabajo demandado, porque solamente así seremos dignos de nuestro salario.
Para quienes nos llamamos hijos de Dios, así como demandamos el salario justo, del mismo modo debemos cumplir con el trabajo justo. Esto significa cumplir con el compromiso laboral asumido.
Una vez pactado el acuerdo de trabajo, el esfuerzo personal debe estar dedicado a cumplirlo y no a medirlo para relacionarlo con el salario recibido.
Lo que pactamos entre los hombres, queda delante del Eterno. Y cada uno debe asumir su responsabilidad. Tanto la de pagar como la de trabajar!
Diego Acosta