LA DUDA Y LA EXPLICACIÓN

En una cordial reunión de amigos, uno de ellos manifestó su enorme sorpresa cuando escuchó que una de las personas manifestaba tener un gran problema.

Inmediatamente le preguntó: Pero si tú eres creyente por qué Él permite que tengas problemas o dificultades? No puedo entender a los que dicen  que Dios los ama, y tienen semejantes problemas?

Esta argumentación no por conocida ni escuchada, siempre llama la atención entre los creyentes y principalmente entre quienes llevan poco tiempo en los Caminos del Señor.

Por esta razón es necesario ser muy prudentes en las explicaciones que ofrecemos y en los argumentos que utilizamos, para no molestar al incrédulo y para no afectar al nuevo hermano en la fe.

Es necesario que entendamos que nuestras explicaciones a quienes no han aceptado  al Señor como su Salvador, a pesar de haber escuchado su mensaje,  no deben ser nunca agresivas.

Y con los nuevos creyentes debemos ser prudentes, para que nuestras palabras consoliden su fe creciente y no afecten su sensibilidad por un nuestra brusquedad o por nuestro exceso de celo.
En su ministerio el Señor Jesús fue categórico en sus afirmaciones y solamente fue drástico con quienes se le oponían, cuando sus argumentaciones eran falaces y mal intencionadas.Pero Él habló con amor a las personas.

Seamos mansos y humildes en nuestras actitudes  porque de ellas se generan las mejores impresiones que puedan recibir quienes saben de nosotros, que somos hijos de Dios.

Colosenses 3:12
Diego Acosta García

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