Es notable comprobar como tanto hombres como mujeres apelan a las operaciones quirúrgicas para mejorar o modificar su imagen, en lo que parece es una de las grandes opciones de la sociedad de nuestros tiempos.
No estamos hablando de quienes por razones físicas o por otra clase de problemas deban hacerse operaciones de este tipo, porque en estos casos es obvio que además de necesarias están totalmente justificadas.
Estamos citando los casos de las personas que buscan con la cirugía disimular el paso de los años, en una auténtica batalla por la apariencia tratando de ocultar lo que es una evidente realidad.
También estamos hablando de quienes no están satisfechos con su imagen y buscan mejorarla o hasta modificarla para sentirse más a gusto con lo que ven todos los días en el espejo o para que los demás los vean de mejor aspecto.
Sea la excusa que sea, lo que resulta muy claro es que todos debemos de saber que cada uno de nosotros tiene la apariencia que Dos ha querido que tengamos y por lo tanto todo lo que hagamos por cambiarla va en contra de su Soberana Voluntad.
En realidad la necesidad de cambiar que tenemos todos los seres humanos, es la de abandonar el viejo hombre para convertirnos en hombres nuevos o en mujeres nuevas, pero por la obra del Espíritu Santo.
La intención de cambiar la estética física se contradice con el cambio espiritual, que es el que se nos demanda.
1 Corintios 15:49
Diego Acosta García