El caso de una persona que en un ataque de ira cometió una auténtica barbaridad contra su hermano, provocó una verdadera conmoción en una congregación.
Nadie se podía imaginar que alguien pudiera tener una reacción de esa magnitud y mucho menos contra un familiar directo como era el caso de su hermano mayor.
Las preguntas se sucedieron tratando de encontrar una explicación a lo sucedido y también para tratar de entender los motivos que impulsaron a una mujer a tener una reacción tan asombrosa.
Uno de los ancianos comenzó a dar explicaciones relacionadas en general con la ira, indicando que la ira es un proceso que comienza por pequeñas frustraciones.
De esas frustraciones se pasa al rencor y del rencor a la ira, lo que vendría a demostrar que en la congregación nadie había estado atento al proceso que se estaba produciendo en uno de sus miembros.
Si el hecho había sorprendido, esta explicación impactó más todavía, porque dejaba al descubierto que no habíamos sido capaces de ayudar en el momento correcto a quién lo necesitaba.
Es necesario que cuando advirtamos que algo está sucediendo con algún hermano, que obremos con prudencia pero también con decisión, para evitar que su corazón sufra los embates del mal.
Ese es el cuidado que nos debemos los unos a los otros porque de la relación que mantenemos en la Iglesia, pueden surgir las necesidades que cada uno puede tener. En eso consiste el Amor que predicó Jesús.
Proverbios 29:22
Diego Acosta García