Históricamente la lepra ha sido una de las enfermedades más terribles que podían soportar los seres humanos, al punto que dos Capítulos del Libro de Levíticos en la Biblia, le dedican una especial atención.
Puede suponerse que con los adelantos de la ciencia médica la lepra ha sido derrotada, pero estamos como casi siempre frente a un grave error en base a enfocar todo desde un simple punto de vista material.
La lepra de la que nos habló Jesús, es mucho más graves que la física y también mucho más presente de lo que nos podamos imaginar o reconocer, en nuestra vida cotidiana.
El pueblo hebreo hablaba de la lepra como la enfermedad de las tres muertes y se estaban refiriendo a los estragos tremendos que causa la lepra espiritual, que no es otra cosa que la maledicencia.
Las tres muertes de la maledicencia afectaban a quién murmuraba, calumniaba o denigraba, afectaba a quién prestaba sus oídos para escuchar cosas tremendas y finalmente dañaba cruelmente a quién era objeto de esas palabras.
Se nos advierte que podemos bendecir o maldecir, dar vida o dar muerte, con la maledicencia que no es otra cosa que la lepra espiritual. Cuidemos nuestras palabras, las dichas y las oídas para no padecer y no hacer padecer gravemente.
Mateo 8:3
Diego Acosta García