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El aborto ha sido considerado como una decisión que la mujer puede tomar con su cuerpo. En otras palabras, permite la interrupción del proceso natural.
Difícil de interpretar esta decisión judicial, por cuanto se considera una de las partes de la mujer embarazada. Una es ella, obviamente y la otra la criatura que tiene en su interior.
La Justicia considera los derechos de la mujer pero ignora los derechos del ser humano que tiene en su interior, tan legítimos uno como otro.
La cuestión del aborto debe ser considerada de una manera más amplia y también atendiendo a los principios espirituales que impiden que sea una práctica habitual.
Este debate solo tendrá un final cuando los legisladores se inspiren en normas fundamentales y no en el oportunismo de los momentos históricos o en los dictados circunstanciales de la sociedad.
Diego Acosta