En una difícil situación personal una persona nos pidió un consejo con relación a la actitud que debía tomar, frente a quienes lo estaban agobiando con continuas descalificaciones.
El caso era tan complejo que parecía no tener solución, como no fuera la de abandonar el puesto de trabajo, que era lo que se proponían quienes lo estaban maltratando de palabras fuera de tono
No solamente eran las palabras sino también los gestos, que solamente tenían el límite de la agresión física, pero que continuamente añadían más presión a la situación.
La pregunta que se nos formuló era: que se puede hacer en una situación así? Oramos para que el Espíritu nos diera la palabra adecuada y entonces le respondimos.
Frente a esta hostilidad cabía una sola alternativa: actuar con la mayor mansedumbre. Esto no significaba tener actitudes de cobardía o de sumisión.
Se trataba de obrar con la mansedumbre que nos enseño Jesús, porque es la única manera posible de desarmar a quienes por su posición se creen con derechos sobre nuestras vidas.
El hermano meditó sobre estas palabras y en pocas semanas volvió para contarnos que gracias a la mansedumbre que había adoptado como norma, había conseguido que la situación cambiara. La mansedumbre se Jesús había obrado!
Gálatas 5:23
Diego Acosta García