Es corriente en el mundo mencionar la frase relacionada con el supuesto valor que tiene cada persona con relación a su honradez y también el valor que cobraría por perderla.
En forma muy directa se está hablando de la posibilidad de que una persona cambie su honradez por una determinada cantidad de dinero, como si se tratara de una mera operación comercial.
Cada uno tiene su precio es la síntesis de una frase que establece como son los valores morales con los que se vive en el mundo y traduce también un pensamiento obsesivo por la riqueza.
Puede decirse que uno puede ser muy honrado hasta que llega la oferta adecuada para perder esa condición y entonces, pareciera que estamos plenamente justificados ante la opinión general.
Todos tenemos un precio? Según el mundo es evidente que si. E incluso esta forma de tratar la cuestión nos podría indicar que deberíamos buscar a alguien para que nos pague el precio de nuestra honradez.
Si cotejamos esta forma de obrar con las enseñanzas de Jesús, rápidamente llegaremos a la conclusión que nuestra integridad no tiene precio puesto que está sometida a su Soberanía.
No estamos hablando de la honra de los hombres, estamos hablando de la honra que solamente puede conceder el Eterno. Y esa honra no puede ser pagado por el dinero de ningún humano.
Salmos 4:2
Diego Acosta García