Cuando mentimos estamos cometiendo una grave falta, pero también estamos haciendo daño y nos estamos haciendo daño. La mentira es una peligrosa y cruel compañera.
Muchas veces se justifican las mentiras diciendo que en realidad se tratan de “mentiras piadosas” que es una forma temeraria de negarse a ver la realidad o un brutal ejercicio de religiosidad.
Una mentira siempre será mentira, sea piadosa o no lo sea, tenga buenas intenciones o no las tenga. No caigamos en este facilismo que el mundo nos propone o que la mal entendida caridad nos ofrece.
Pensemos en el daño que hemos ocasionado cada vez que hemos mentido, como hemos defraudado la confianza de la persona que nos ha escuchado y que siempre tendrá por bueno lo que le digamos.
Cuando mentimos también nos hacemos daño a nosotros mismos, no solo porque faltamos a las normas que nos fueron enseñadas, sino porque podemos caer en el peligroso tobogán de mentira tras mentira.
Y como una mentira debe justificar o cubrir a otra, podemos llegar a la cruel situación de que de tanto mentir comencemos a creernos nuestras propias mentiras.
La mentira es la gran herramienta que utiliza el enemigo de nuestra fe, no en vano es el padre de la mentira. No seamos instrumentos del enemigo utilizando sus armas.
Pensemos que la Verdad nos hará libres. Siempre. En cualquier caso y en cualquier situación!
Proverbios 14:5
Diego Acosta García