LA OBSECUENCIA

Hace un tiempo advertimos la obsecuencia de un hermano con relación a quién era la máxima organización a la que pertenecíamos, porque era un caso verdaderamente extremo.

La obsecuencia parecía tener el único propósito de obtener ventajas de la pleitesía y de sus reiteradas manifestaciones, impropias de alguien que se llama hijo de Dios.

Este caso comenzó a ser conocido y esta persona obviamente, comenzó a  quedar en evidencia a raíz de sus continuos gestos hacia quién tenía las mayores responsabilidades.

Cierto día comentando el tema y sobre todo preocupados por el mal ejemplo para los jóvenes, alguien hizo un comentario que todavía recordamos.

La obsecuencia es extremadamente peligrosa, para el que la practica  y también para quien la recibe sin oponerse a ella e impedir que se siga manifestando.

Este enfoque provenía de un hombre respetado por su buen juicio y por su dominio propio y fue un llamado de alerta que comprendimos en su verdadera importancia.

A raíz de esto hablamos con nuestro superior y le expusimos lo que habíamos comentado. Este hombre en un ejemplar ejercicio de humildad, reconoció su error y decidió llamar al orden al  obsecuente y no tolerar sus malas actitudes.

1 Tesalonicenses 2:4
Diego Acosta García

Deja una respuesta