Una de las más sorprendentes promesas que recibimos los seres humanos, es la de la restauración espiritual y física. Es algo que nos cuesta entender y en muchos casos aceptar.
La restauración supone un cambio que devuelve a un objeto a su apariencia original, lo que en términos de valoración de la sociedad eleva al grado de arte, algunos resultados.
Este concepto se entiende perfectamente, pero nos cuesta interpretar lo que significa que una persona pueda ser restaurada. Y las dudas se amplían cuando se trata de una relación restaurada.
La complejidad de las emociones humanas tornan muchas veces en algo fuera de toda lógica, que los vínculos entre dos personas puedan ser restaurados.
Sin embargo, la restauración de las relaciones entre un hombre y una mujer, por ejemplo, es absolutamente posible desde la perspectiva espiritual.
Es una de las más notables obras que puede realizar el Espíritu Santo, cuando actúa sobre una determinada situación, produciendo un cambio tan significativo como duradero.
Quizás la medida de nuestra incapacidad para modificar separaciones o divorcios, es lo que determina dudar de la restauración espiritual. No limitemos al Espíritu Santo en su obra maravillosa de reconciliación!
Zacarías 9:12
Diego Acosta García