En la vida se nos presentan situaciones que somos tentados a resolver con decisiones que suponen desde el principio, un error de cálculo que consideramos que podemos asumir.
Recordamos en una oportunidad cuando estábamos por hacer una maniobra equivocada en la vía pública, en el momento en el que la íbamos a practicar apareció un vehículo de la policía que nos disuadió del intento.
Pero lo cierto es que si no hubiera aparecido, con toda seguridad nos hubiéramos convertido en infractores, con el único propósito de utilizar las falsas opciones.
Cuáles son esas falsas opciones? En la mayoría de los casos son los atajos que pensamos nos pueden aliviar de hacer más kilómetros en la vida práctica o menos esfuerzos en la vida espiritual.
Ahorrarnos kilómetros tal vez signifique que ganamos tiempo, que llegamos antes a nuestro destino, que evitamos atascos o que simplemente nos parece bien hacer determinadas maniobras.
Esto que pareciera que no tiene más importancia que la de haber incurrido en una simple infracción, se convierte en una grave situación cuando ignoramos al Espíritu Santo.
No fuimos llamados a utilizar ninguna clase de atajos, sino que fuimos llamados a recorrer el camino estrecho que es el único por el que llegaremos a la Salvación. Porque el Señor es el Camino.
Salmos 37:5
Diego Acosta García