Hace poco tiempo tenía una planta de margaritas que se veía mustia y muy próxima a secarse. Debatimos sobre la posibilidad de tirar esa planta y comprar otra en su reemplazo.
Pero algo nos inquietó y decidimos cuidar la planta que teníamos, limpiarla, regarla y prestarle mucha atención. En pocos días la planta nos ha sorprendido y ha mostrado su mejor recompensa: sus flores.
Esta parece una historia demasiado sencilla para ser contada, pero encierra una gran enseñanza en nuestra vida, porque aprendimos a prestar atención a las cosas pequeñas.
Cuántas veces dejamos de prestar atención a aquellas cosas que juzgamos que no tienen ningún valor. Incluidas muchas personas a las que simplemente desdeñamos porque supuestamente no están a nuestra altura.
Sin embargo así como pasó con la planta, nos planteamos que ocurriría con muchas personas a las que se cuidara, limpiara, se las regara con misericordia y se las mirara con amor?
Cada vez que miramos las margaritas luciendo sencillas en el balcón, agradecemos al Señor por haberlas creado porque en su humildad nos están dando una lección permanente.
Por tanto cuidemos las cosas sencillas que están a nuestro alrededor. Cuidemos a las personas sencillas que están junto a nosotros. Debemos cuidarlas, porque es así como también cuidaremos al Señor!
Mateo 25:45
Diego Acosta García