Recuerdo como me impresionó el Libro de Eclesiastés la primera vez que leí los versículos iniciales, porque me resultaron asombrosamente atractivos.
De esto hace más de 20 años y entre esa lectura y la experiencia adquirida, puedo llegar al convencimiento de cuánto más debemos aprender los hombres de lo que nos enseña el Señor.
Particularmente aquello de que la historia se repite, es algo que me acompaña en el diario vivir, porque compruebo una y otra vez como esa afirmación de Salomón es de una Sabiduría casi dramática.
Uso esta expresión porque hay cierta nota de dramatismo en apreciar como los hombres una y otra vez, repetimos los mismos errores.
A veces me da la impresión que ese obstinamiento por reiterar hechos, nos pueden llevar a la conclusión de que los hombres estamos hechos al rigor.
Y por esa razón muchas veces el Eterno nos enseña duramente!
Y estos pensamientos me llevan al tiempo en el que luego de considerar a mi padre un super hombre, pasé a considerarlo un hombre que tenía mucho que aprender… de mí principalmente.
Luego de decenas de años observo como desde los años de mi vejez, hay quienes piensan que debo aprender…de ellos, naturalmente.
Esta es la lección que no aprendemos y lo que es más grave, pareciera que nos negamos a aprender. Si obrarámos de otra manera, nos evitaríamos muchas duras experiencias.
Pero como dijo Salomón, la historia es un como un círculo que gira continuamente y cuando somos muy mayores, recién comenzamos a entender aquello que cuando jóvenes nos negábamos a aprender.
Eclesiastés 1:9
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira