LECCIÓN

DEVOCIONAL

En una reunión de hombres, que se había convertido en un auténtico certamen de vana-gloria entre quienes participábamos, fuimos sorprendidos por un testimonio inesperado.

A pesar de los años recuerdo perfectamente como uno de los hermanos mayores que faltaba por hablar, se excusó diciendo que tenía muy poco para decir luego de todas las grandezas que había escuchado.

Se limitó a afirmar que por sus pobres orígenes y muy limitados estudios, solo había podido desempeñar un modesto trabajo en el que invirtió prácticamente todos los años de su vida laboral.

Aclaró, que con esa sencilla función había podido mantener a su familia, darle estudios universitarios a sus dos hijos y hoy se sentía honrado por la confianza de muchos hombres y mujeres que a lo largo de los años lo distinguieron con su aprecio y respeto.

Como es de imaginar, ante semejante testimonio nadie dijo una palabra. Y obviamente yo tampoco, porque estaba conmovido por la sinceridad y por la humildad de ese hombre, al que prácticamente no teníamos en cuenta.

Entre vanidosos, Dios había colocado a un manso y humilde, para recordarnos a su Hijo.

Salmos 138:6
ES – Porque Jehová es excelso,
y atiende al humilde,
mas al altivo mira de lejos.

PT – Ainda que o Senhor é excelso,
atenta para o humilde;
mas ao soberbo, conhece-o de longe.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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