Cuando demandamos y luchamos por la libertad, raramente recordamos que estamos demandando la libertad que nos concedemos nosotros mismos, los humanos.
Dios nos hizo libres, tanto que podemos escoger entre ser libres siguiendo sus mandamientos o ser esclavos siguiendo nuestros propios deseos.
Deberíamos impresionarnos con esta revelación acerca de la libertad!
Si fuimos creados libres, por qué demandamos libertad?
La Biblia nos enseña que ese es uno de los grandes interrogantes que debemos responder los hombres, como especie superior que somos.
Dios nos concede la posibilidad de escoger como deseamos vivir: Bajo la Gracia de la Bendición o bajo la Maldición.
Pablo dedica una parte importante de su Carta a los Romanos, enseñando sobre esta cuestión que resulta tan fundamental como a veces ignorada.
La Misericordia del Supremo es tan grande, que se demora en derramar su ira legítima sobre quienes una y otra vez nos rebelamos contra ÉL.
Demora su castigo para darnos la oportunidad de que cambiemos de actitud, para que utilicemos la libertad que tenemos en nuestro propio beneficio.
Pero, lamentablemente, nos olvidamos del ejemplo de Faraón, que endureció su corazón ante la grandiosa demostración de Poder de las cinco plagas que había sufrido.
Tanto lo endureció que finalmente Dios permitió que Faraón hiciera su voluntad personal, que es lo mismo que decir que finalmente Dios nos permite hacer aquello que deseamos, por muy errado que sea.
Es falta de Amor?
No. Es simplemente la demostración de que aún la Misericordia del Todopoderoso tiene un límite. Y cuando lo traspasamos, no hay posibilidad de retorno.
Recordemos y apliquemos esta enseñanza, porque está en juego nuestro futuro eterno.
Romanos 9:22
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira