Todas las decisiones de Jehová son ejemplificadoras para los hombres de su tiempo y para los de las generaciones que formamos la historia de la humanidad.
Una de esas decisiones fue la de que Aarón y sus hijos fueran los sacerdotes del Templo y estableció una serie de normas que resultan notables por su minuciosidad.
Esto revela una vez más que Dios es un Dios de Orden, que no hace nada que no sea perfecto, precisamente porque ÉL es el único Perfecto.
Precisamente hablando de perfección, el Eterno se detiene en los detalles concernientes a todos los aspectos relacionados con los sacerdotes, lo que pone de manifiesto la importancia que concedía a quienes serían los responsables de la vida espiritual de Israel.
Un detalle que sorprende, es que antes de ser comenzar la ceremonia de consagración de los sacerdotes, estos deberían ser limpiados con agua.
El celo del Todopoderoso nos debe aleccionar acerca de la limpieza, acerca de que debemos de estar limpios tanto en el cuerpo como en el espíritu.
Ser limpiado con agua, representa dejar que todas las impurezas se escurran hacia nuestros pies, para que nos podamos presentar limpios ante el Creador.
Tengamos especial cuidado con la cuestión de la limpieza, porque es inherente a la Santidad del Señor y debemos corresponder con nuestros hechos a esa necesidad de estar limpios.
Cada día debemos buscar la limpieza corporal, la de nuestra mente para que no tener malas ideas, la de nuestro corazón para que no tener malos sentimientos y la de nuestro espíritu para que verdaderamente sea un Templo.
Éxodo 29:4
Diego Acosta / Neide Ferreira