En estos tiempos vivimos en un mundo donde todo es posible, donde todo está permitido, donde todo es válido y por lógica consecuencia es el mundo de lo relativo.
Nada parece cuestionable y todos nos movemos sobre la base de que el fin justifica los medios, con algunas variables todavía más simpáticas, si es que esto fuera posible.
En algunos países una frase ha conquistado el carácter de axioma y por tanto es una ley no sancionada pero sí establecida dentro de los criterios de la sociedad.
Nos estamos refiriendo a la frase que asegura que: si te parece bien…hazlo. Es decir, podemos hacer todo aquello que nos parezca bien, que nos guste o que nos de placer. Sin límites, ni condicionantes.
Este es el mundo donde todo es relativo y nos olvidamos con una facilidad impresionante de todo aquello que jamás podrá ser relativizado o condicionado a nuestros gustos.
Nos olvidamos de los fundamentos que nos distinguen como hijos de Dios, de los principios que nos diferencian de la sociedad aferrada a su relativismo y a su falta de moral.
Es tiempo que reflexionemos acerca de nuestra vida espiritual que no puede verse afectada por lo relativo del mundo. Si aceptamos al Señor Jesús como nuestro Salvador, obremos como sus discípulos.
Salmos 11:3
Diego Acosta García