LO POCO O LO MUCHO?

Si analizamos nuestras decisiones podremos apreciar que casi siempre oscilamos entre lo que nos demanda más esfuerzo o lo que nos significa menos trabajo.

La tendencia natural es la que se llama ley del menor esfuerzo y por tanto buscamos que se nos demande lo menos posible para hacer lo menos posible.

Un enfoque un tanto diferente del asunto sería preguntarse: Y como son los resultados? Evidentemente proporcionales con relación a como nos hayamos esforzados.

Si hicimos poco tendremos poco y si nos entregamos, será mucho. Si estos conceptos los aplicamos a nuestra vida espiritual pronto veremos que hacemos más o menos lo mismo.

Es decir: Una vez más nos sorprenderemos que aplicamos formas de vida del mundo a lo que debería ser nuestra vida espiritual, que es fundamentalmente diferente, o debería serlo.

Esta forma de vivir nos recuerda varios pasajes de la Palabra de Dios donde se nos exhorta al esfuerzo, no al sacrificio, porque es en el esfuerzo donde dejamos manifiesta nuestra pequeñez.

Por extraño que resulte este argumento esta es una realidad que sirve para que el Eterno se glorifique en nuestra debilidad o en nuestra incapacidad, para obrar con su Grandeza.

Si en el mundo se obra de una determinada manera, no es motivo para que en nuestra vida cotidiana no seamos capaces de esforzarnos, porque así sabremos que estaremos cumpliendo con nuestra relación con Dios.

Isaías 40:29
Diego Acosta García

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